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Guía de apoyo sobre la sexualidad de personas en situación de discapacidad

Escrito el 10 de Diciembre de 2018 en Consejos de cuidados básicos de Rehabilitación.

Todos los humanos somos seres sexuados, desde que nacemos hasta que morimos. No existen diferentes sexualidades, sino que es una sola: la sexualidad humana, la cual tiene características o manifestaciones particulares según las etapas o circunstancias de la vida por las que una persona se encuentre (Schorn, 2004).

La vivencia de este proceso es necesaria e inevitable en todo ser humano. Una persona en situación de discapacidad, no por encontrarse en una situación y/o estado distinto, se escapa de este proceso. Al igual que toda persona, de acuerdo como se haya estructurado su identidad infantil, dejará marcas en su ámbito psicológico, más allá del corporal (Schorn, 2004). En este sentido, la consolidación de la identidad desde la niñez y adolescencia, contribuye al logro de la identidad adulta, y estructura finalmente el cómo seremos y nos comportaremos a lo largo de la vida

Hablar de sexualidad y de discapacidad, resulta muchas veces complejo, debido a la cantidad de prejuicios y tabúes con respecto a dicha temática. Para poder comprender la sexualidad de las personas en situación de discapacidad es necesario poder desmitificar el tema brindando información adecuada que permita derribar los mitos y prejuicios que existen con respecto a ésta.

Para este propósito, la sexualidad se entiende por tanto, como una energía vital, intransferible, inherente al ser humano, y que se expresa en todo lo que la persona hace como parte integrante de su personalidad (Schorn, 2004).

Existen muchos mitos en torno a la sexualidad de las personas en situación de discapacidad. En muchos casos se sigue pensando que son personas asexuadas, que no presentan intereses, apetencias, deseos sexuales. En otros casos, se considera que sus impulsos sexuales no pueden controlarlos, por lo tanto hay que reprimirlos. Añadidos a estos mitos, hay que sumar los miedos, en algunos casos, de los padres. Miedos a posibles abusos, miedo a un embarazo no deseado o a una enfermedad de transmisión sexual, miedo a un enamoramiento. Todo ello inmerso en un mar de dudas ante como planear su educación.

Las personas en situación de discapacidad también tienen sexualidad, mejor dicho, también son personas sexuadas y como tales:

Tienen intereses, apetencias y deseos, y lo manifiestan a través de comportamientos sexuales (besos, caricias, miradas, etc).

Tienen la capacidad de enamorarse, de sentirse atraídos y atractivos para otra persona.

Su cuerpo tiene capacidad de sentir y de excitarse.

Apoyar el desarrollo adecuado de la sexualidad en personas en situación de discapacidad se puede lograr de diferentes maneras y favoreciendo ciertas acciones:

  1. Preguntar y conversar sobre el tema con la persona involucrada, para conocer sus principales dudas e inquietudes con respecto a su sexualidad.
  2. Dar información y aclarar todas las dudas que se les presenten, especialmente con respecto a los elementos e hitos más importantes en sexualidad, como forma de prevenir consecuencias negativas y un mal abordaje de la misma.
  3. Educar con respecto a los posibles riesgos asociados a la realización de determinadas actividades sexuales.
  4. Fomentar la comunicación entre el grupo de iguales, la familia, educadores, etc, favoreciendo la espontaneidad en la expresión de dudas y temores y posibilitando la transmisión de mensajes clarificadores y adecuados.
  5. Crear espacios para conversar y tomar conciencia del propio cuerpo, de la identidad sexual y de los factores relacionados con ésta, ya sea el amor, los afectos, la familia. Es necesario para esto, fomentar el trabajo con las personas en situación de discapacidad, sus familias y los profesionales involucrados.
  6. Fomentar su autoestima a través de la vivencia de sus sentimientos desde una actitud desculpabilizadora.
  1. Reforzar el autocuidado, educando con respecto a la higiene, cuidado de la imagen personal (vestimenta, gustos personales, etc) y la prevención (informando sobre los distintos métodos anticonceptivos que previenen el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual, y los posibles abusos por parte de terceras personas).
  2. Abordar el tema de la sexualidad en personas en situación de discapacidad desde una mirada integral, a partir del trabajo de un equipo interdisciplinario, integrado por distintos profesionales.
  3. Fomentar las actividades de recreación, con el fin de favorecer el desarrollo de habilidades interpersonales.
  4. Mantener controles médicos al día, y consultar dudas e inquietudes libremente a los profesionales correspondientes.

Para terminar, es importante tener presente que el concepto de equiparación de oportunidades y de integración es cada vez más frecuente en diversos ámbitos profesionales. Es la aceptación y comprensión del otro en su forma integral, lo que nos permitirá favorecer el desarrollo psicológico sano de los jóvenes y adultos (Schorn, 2004).

RECORDEMOS SIEMPRE: Las personas en situación de discapacidad tienen las mismas preguntas e inquietudes que aquellos que no, por lo cual se les debe escuchar y brindar la oportunidad de atender a sus necesidades y demandas.

 

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